La tecnología -siempre expuesta en grandes ferias, convenciones y encuentros mundiales de agricultores- ha consolidado que las granjas y las explotaciones agrarias y frutícolas no tienen nada que envidiar a la tantas veces aludida Industria 4.0. Porque, aunque es cierto que esta realidad no es mundial y que sigue existiendo una vasta superficie agrícola de subsistencia en la que el trabajo es manual, lo cierto es que en los países más desarrollados la inteligencia artificial, el ‘big data’, la sensorización, la digitalización y las tecnologías habilitadoras se han convertido en una herramienta de trabajo más.
No se habla de futuro, sino de presente y aunque queda mucho por desarrollar ya no resulta extraño encontrar robots que sustituyen tareas sin cualificación en las explotaciones agrarias y ganaderas (tanto para recoger cosechas como para ordeñar o repartir el alimento entre los animales).
Y si lo actual es prometedor mucho más lo que está por venir. Así lo recoge el estudio ‘Agricultura y Tecnología. I+D en el sector primario’, realizado por la escuela de negocios EAE Business School, que llama la atención sobre el potencial que le espera al mercado de agricultura inteligente. De 2015 a 2025 se multiplicará por seis el número de dispositivos dotados con CNSS -un sistema de navegación por satélite-. Y en 2050 el tamaño del mercado de las tecnologías para la agricultura de precisión podría alcanzar los 250.000 millones de dólares.
Siempre ha habido tecnología en la agricultura. Desde el principio de los tiempos. No como ahora la conocemos, pero sí como ese conjunto de técnicas en constante evolución con las que se buscaba incrementar las producciones, mejorar los cultivos, lograr una mayor calidad de los alimentos… Pero, nada ha sido tan revolucionario y rápido como el huracán tecnológico que está cambiando las formas en todos los sectores productivos y, también, en el siempre innovador sector agropecuario.
«El I+D del sector ha estado tradicionalmente ligado a la mejora de variedades y de cultivos tanto por el uso de mejores fertilizantes, como de mejores prácticas de laboreo, de maquinaria más específica y potente, por el mejor aprovechamiento del agua… Todo eso está ahí y seguirá en el futuro, pero además nos encontramos con que el proceso de digitalización ha entrado de lleno al sector y lo hace con fuerza inusitada y con resultados muy notables». Con esta contundencia se presenta el informe realizado por EAE Business School, que no solo realiza un repaso por las tecnologías que ya han llegado (y las que están por venir) a la que se conoce como ‘agricultura smart’, ‘agritech’ o ‘farming 4.0.’ sino que cifra el negocio que la agricultura mundial ofrece al mercado de tecnología digital.
Ya no resulta extraño encontrar dispositivos de IoT (internet de las cosas) en el campo para disponer de información en tiempo real que permita mejorar la gestión de la explotación. Se utilizan -combinados con la nube, la inteligencia artificial y el big data- para realizar un uso eficiente y eficaz del riego o la energía, para dar solución a problemas cíclicos como ejambres e inundaciones, para optimizar la colocación de trampas, para conocer los niveles exactos de los contaminantes permitidos o, entre otros, para alertar de problemas inmediatos. Pero, como asegura el documento, su instalación no ha hecho más que comenzar. Actualmente existen 52 millones de dispositivos instalados en agricultura de todo el mundo, 20 millones más que hace apenas dos años y 23 millones menos que los que se prevén para 2020. Y eso significa, señala el estudio, que el monitoreo y manejo de ganado en todo el mundo habrá duplicado en seis años su valor de mercado hasta alcanzar los casi 4.850 millones de dólares.
No es la única tecnología con posibilidades en el sector agropecuario. Menos implantadas pero echando ya raíces destaca el uso de la impresión 3D, que como señala el estudio, «podrían favorecer la independencia industrial en zonas poco pobladas» porque, como ya está demostrado, son muy útiles para la fabricación de repuestos de, por ejemplo, maquinaria agrícola. Pero también la realidad virtual presenta, dice el documento, «interesantes aplicaciones» para visitar ferias, o realizar visitas a explotaciones y granjas, para conocer el manejo de equipos o acceder a la formación. Y si la realidad es además aumentada «podría servir, por ejemplo, para que un empleado sin gran cualificación pudiera reparar una máquina compleja con la asistencia en remoto de un técnico especializado que le va guiando tan solo con utilizar unas gafas especiales y un aplicación de móvil», explican desde la escuela de negocios.
El avance de los robots. Es cierto que todavía no existen vehículos autónomos circulando entre los cultivos. Pero no es porque no se trabaje en su fabricación. El freno lo pone todavía la falta de un marco regulatorio porque la industria ya se ha puesto manos a la obra y en los últimos tres años firmas como Case o John Deere ya han presentado prototipos de tractores sin conductor o impulsados por energía eléctrica. Por eso, «pronto podremos verlos trabajando porque no tendrán tantos problemas para su autorización como los vehículos que deben circular por ciudades o carreteras», auguran los autores del documento, que señalan que «será una tecnología muy disruptiva», ya que estas máquinas podrán trabajar 24 horas con muy poca intervención manual.
Porque la robótica «avanza con fuerza». Y lo hace porque sus aplicaciones, que permiten una mejora en la productividad en tareas rutinarias y continuas en el tiempo, suelen resultar «muy rentables». Eso explica que se augure un uso cada vez más habitual de vehículos aéreos no tripulados, (UAV por sus siglas en inglés y más comúnmente conocidos como drones) y de ‘cobots’, más conocidos como robots colaborativos, capaces de trabajar en equipo con seres humanos o con otros robots realizando la parte más ardua de determinados trabajos.
No es ciencia ficción, insiste el estudio, que recuerda que ya están en el mercado robots que seleccionan y recogen fresas o que identifican qué cítricos están listos para la recolección, y existen prototipos de sembradoras o fumigadoras inteligente. En este caso, el robot reconoce las malas hierbas y es sobre ellas donde aplica el pesticida, aunque existe también equipos que las reconocen y las retiran del campo. «Es de prever que esta tecnología se potencie dada la pujanza de las producciones orgánicas y, por tanto, libres de herbicidas», explica el documento realizado por EAE Business School.
Fuente: https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2019/03/25/la-inteligencia-artificial-tiene-futuro-en-el-campo-1305437.html